viernes, 12 de febrero de 2010

Reflexiones de filoprofa


Me estoy leyendo el nuevo libro de Arturo Pérez Reverte, la colección de artículos publicados en el "XLSemanal" que han reunido bajo el título de "Cuando éramos honrados mercenarios". En él se suceden, con un manejo del lenguaje impresionante y que despierta en mí la más honda de las envidias, los temas que preocupan a mi admirado Arturo, que con el paso de los años está ganando en ironía y perdiendo diplomacia, que no buenos modos. Que sí, que no sabe terminar una novela (ahora bien, "La Reina del Sur" es uno de los mejores libros que me he leído en mi vida y juro que sí supo terminarlo), pero como articulista, su experiencia, prosa y buen juicio no tienen precio. Recomiendo encarecidamente pues su lectura, porque al menos yo estoy devorando el tomazo.
Uno de los temas más recurrentes en sus publicaciones es la educación, los maestros y los jóvenes de hoy en día, en cuyas tesis estoy de acuerdo casi en su totalidad. Esta es también una de las temáticas más habituales en mis conversaciones.


Creo recordar haber contado ya a mis... 5 lectores, que en los casi 5 meses que llevo como profesora, mi mayor apoyo está siendo mi jefe de departamento, Javier. Es un hombre amable, educadísimo, siempre atento, bueno hasta rabiar, excelente maestro, hiper-responsable, inteligente y reflexivo, entregado y con dos hijos medio filipinos y una mujer filipina entera que hacen de su familia una de las más encantadoras que he conocido. No tengo palabras para describir lo que están significando para mí sus conversaciones, sus enseñanzas y sus silencios, dejándome hacer mi propio camino siendo él un acompañante fiel. Tenemos muchos puntos de vista prácticamente iguales porque los dos compartimos la misma visión de la enseñanza: es un difícil arte para el que no hay recetas ni pedagogias (ni mucho menos cantamañanas que te dicen qué se ha de hacer sin haber pisado un aula) sino un profundo amor por tu profesión, por tus chavales y por ser para ellos acompañantes y guías en su camino. Este tema nos lleva a largas conversaciones sobre la educación que pueden durar horas sólo sostenidas por la absoluta importancia que tiene para nosotros el tema a tratar.


Por eso, me llama la atención el comentario que me pone un anónimo. Primero me llama la atención porque pueden comprobar que mi blog no es muy propenso a comentarse: nunca he conseguido arrancar más de 3 comentarios, lo cual no está nada mal. Pero además, dice esto:


"Clara, me parece que en el empeño de un profesor o un educador cualesquiera, si se trata de construir un espíritu crítico en cada uno de sus alumnos, algo que también considero principal, irremediablemente estarás confirmando que los puntos de vista sobre un mismo objeto son múltiples, y que por lo tanto, lo relativo de las cosas y el ángulo con el que se miren quedaría confirmado. Estoy de acuerdo en que todos debemos mantener una ética mínima y común, pero debemos ser más flexibles ante la realidad de modo que podamos ampliar el zoom para nuestro mejor entendimiento. Por lo demás, me parece que alguien que se preocupe en reflexionar sobre su trabajo merece el más sincero de los aplausos. Si esto fuese común a todos, cuanto mejor nos iría"


Llevo ya unas cuantas lecturas del textito. Gracias de antemano por escribir y por la bonita alabanza de las últimas líneas: ojalá las reflexiones produzcan frutos reales. Ahora bien, me resisto a creer que todo sea relativo. El conocimiento es inagotable porque aunque lo conociéramos todo, siempre podríamos verlo desde otro punto de vista y negar esta realidad sería frustrar efectivamente nuestro entendimiento, mutilarlo para acabar probablemente enarbolando un dogma bajo el cual desarrollaríamos un fundamentalismo. Perfecto. Ahora bien, considero que tienen que existir realidades más allá de lo sujetivo y lo intersubjetivo. Tiene que haber cosas que estén irremediablemente bien, como el amor de una madre a su hijo o la compasión ante el prójimo que sufre. Sobre esas realidades intemporales, que no deberían cambiar según contextos ni intereses, es sobre las que podríamos construir todo nuestro edificio de conocimiento, al menos de conocimiento sobre cuestiones éticas. ¿Abrir el zoom? Siempre. ¿Plantear que mi interpretación de la realidad no se ajusta a la realidad misma? Constantemente. ¿No jugársela por nada porque todo depende del punto de vista? Nunca. Hay cosas por las que creo que hay que jugársela, apostar. Y eso es justamente un espíritu crítico: saber qué vale la pena y qué no. Y ojalá sepa yo siempre reconocerlas y ojalá sepa enseñar a lo mismo. Pero quedan muchos planteamientos, muchas preguntas, muchas horas de despacho y de momento, las respuestas se me volvieron perezosas.


A veces, cuando pego estas parrafadas me siento culpable por los 5 pares de ojos. Pero quiá, me han picado.

Sean buenos y felices.


4 comentarios:

  1. Si, estoy de acuerdo contigo, me parece que existen unos mínimos, pero no todos son "el amor de una madre por su hijo", y espero que haya bastantes más, pero sigo pensando que en su mayoría, todos están ubicados en un entorno cultural determinado y desarrollado por el hombre, nos sorprendería recorrer el mundo comprobando como algo que creíamos esencialmente bueno, no lo es tanto. Tampoco creo que relativizarlo todo sea de cobardes que "no apuestan", sino más bien se trata de una postura de lo más realista. Por otro lado, pensar que todo esta rodeado de un cierto relativismo, no te impide tener unas convicciones más o menos profundas. Nada más, seguiré en el anonimato, no por nada en especial, sino que viendo que no me has conocido, pues esperaré...

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  2. Algún día algo me dará la pista del Anónimo, pero por más que lo pienso no te pongo cara...

    Se tocan demasiados temas en este textito como para poder atacarlos todos con la seriedad adecuada. Me dice mucho Javier que no hay que caer en simplificar las cosas, que todo tiene sus matices y quizá no desarrollar una buena respuesta es faltarle el respeto a esta reflexión. Esperaré a que madure y volveré a plantear.

    Aunque esto me recuerda a que una vez, Juan y yo intentamos hacer una ética de mínimos, intentamos buscar esos mínimos. Sólo sacamos uno: "No dejes que te maten".
    Ahí lo dejo.

    Y Gracias,:)

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  3. Vaya conversaciones que os traéis...

    Por la parte que me toca, sólo señalar que se me han quemado las retinas al leer "Tienen que haber..."

    Un beso de uno de tus cinco lectores.

    JLo (A mí sí me conoces, ¿eh?, ¿eh?, ¿eh?)

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  4. Retinas recuperadas!!:)
    jupé, tampoco es una falta muy mala...que cuando veas escrito, como he visto yo, "ha beces" no se queman las retinas, sino que tú mismo las destruyes (así, en plan Saw...) para no seguir sufriendo:)

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