viernes, 2 de abril de 2010

Be quiet.


Hay palabras que acompañan tanto a su sentido que asustan.

Slow down.

Slow de respiración profunda. Inspira, expira, escúchate anda. Acá adentro. Down. Cállate de una vez,cállalos. A ver. Ya está bien. Que dice Alfredito que hay mucho odio en este espacio. Y sabes por qué es anda. Escúchate y no te engañes que ya te mientes demasiado, bonita.

Yo lloro por rabia. Ni por pena, ni dolor ni tristeza. Por pura rabia. Por manos atadas, garganta encogida, cabeza bulliendo ideas, ojos picando. Y en vez de analizar la Situación, el momento intemporal en el que me enfrento a mí misma, repasar tranquilita qué es, a qué viene, a qué va, slow down, me rebelo como una niña que se queja porque su hermano es el que hace mal las cosas y los papás siempre la regañan a ella. Y así pasa guapina, que no haces más que soltar por tu boquita cosas que te envejecen el alma, agrían el carácter y te alejan de quien quieres ser (si es que lo sabes, claro). Y el caso es soltar el fardo, no vaya a ser que traiga un espejito y te haga la pascua. Escúchate anda, que te luciría mejor el pelo, la vida y el alma.


1 comentario:

  1. Qué implacable eres contigo misma, "mismidad". Me gusta. Un poco de autocrítica no está mal de vez en cuando, y más si es escrita: lo sueltas todo y jamás, jamás, jamás vuelve a ti. El bolígrafo/papel, teclado/pantalla funciona mejor que hablar con otra persona. Son objetos inanimados que no te escuchan, no te abrazan ni te consuelan... ni falta que hace. Lo principal es que no te juzgan.

    Y los fardos hay que soltarlos. Siempre. No vaya a ser que luego se te rompa a ti el espejito. Equivocarse es lo de menos, tropezar es lo importante. Bordear el camino... bah, de cobardes. Y no es el momento.

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